(Lucely Vargas, autora invitada)
Guitarra de una viajera. La guitarra, la compañera incansable, incondicional, Tú mágica Lulú. ¡Oh! dulce Lulú, la que canta sola con acordes alegres.

Lulú, como yo la llamo en sus diferentes formas, es la guitarra cantora, la gran compañera, la querida amiga del alma. Tantos artistas te han mencionado en sus obras. Hoy estás en mi literatura, como Picasso plasmó una guitarra en su pintura “La guitarra de un ciego”. Tú me haces ver, sentir y pintar el mundo a través de tu música con colores pastel, dorados, azul aguamarina y otros tonos. Le pones color a mi vida con imaginación desbordante a través de tus sonidos y nuestras canciones. Me trasportas y puedo respirar mejor.
Te visualizo y extraño tus acordes y tus risas cuando no estamos juntas. Veo tu imagen de libertad saltando y moviéndote de un lado a otro por el mundo y me haces sonreír. Tú y yo somos una fusión perfecta cuando estamos juntas y conectadas, una al lado de la otra. Siempre lo experimento, lo siento, aunque nuestros acordes y canciones no sean tan perfectos o en realidad lo sean. Hoy te hago un homenaje particularmente, a través de mi literatura y a través de mi pintura; te pinto con palabras y te plasmo con colores al óleo. Te he diseñado con sentires y también de modo abstracto, gráficamente. ¿Será que te pareces a esta pintura? no lo sé, pero tienes un significado especial, esa pintura te representa. Ya entenderás algún día lo importante que eres para mí.
En esa imagen estás tú, suave, con olor a lavanda, a mar, a limón de prado y tonos de atardecer. Te he podido diseñar mi loquilla Lulú como te siento y te percibo, ¡única! También, espero en otro momento tener la inspiración para pintarte de nuevo diferente y con muchos ajustes; las dos juntas tú y yo, en una fusión, en nuestra fusión. Pintarte con el mismo sentido que me proyectaste al verte en una obra en la galería Nacional de Victoria, en el centro de una bella ciudad que me encanta. Un gran trabajo del siglo XIX, diseñado por Pierre Auguste Renoir en tonos pastel en lienzos y óleo: “ The guitar player”, “La Guitarrista”. ¿Sabes? al observar esa obra de Renoir y esta que te he pintado “La guitarra mágica de una viajera”, me trasporto inmediatamente a mi casa. Tú imagen viva llega a mi mente. Tú y yo sentadas en mi habitación cálida en la casa de mis papás. En nuestro apartamento hogareño de calor dulce, calor familiar. Un lugar tropical y tranquilo, donde tú, mi familia y yo pasamos años maravillosos de nuestra vida, pintando y cantando. También esas dos imágenes me trasportan a cada lugar y cada casa donde hemos estado y hemos creado una historia de vida, de viajes y aventuras. Reseñas alegres de nuestras experiencias. Tenemos tantas anécdotas que contar tú y yo.
Hemos sido muy dichosas, aventureras y valientes juntas. Somos la fusión perfecta mi multiforme y paseadora Lulú. En mi literatura y en mi pintura hoy yo te escribo, te describo y te reafirmo también, como: vida, canciones alegres y nostálgicas, como colores, arte de mil formas, soporte de vida, música y acordes que pintan solos y con mucho significado. Toda esta composición que va atada a mi espíritu y a mi corazón, a mi ser. La Guitarra aventurera, compañera, amiga de una viajera; si esa eres tú.
La maravillosa y mágica Lulú multiforme y la que trasforma momentos. La que escucha, la que siente; esa eres Tú. ¡Tú, compañera!, has estado conmigo a lo largo de la vida y todos estos años. Hemos estado juntas casi medio siglo rompiendo un silencio con música, evitando que llegue la nostalgia y la soledad profunda. Primero llegas Tú, antes que ellas, te les adelantas espontáneamente, para hacerme volar.
La fiel, la incondicional, la que sabe escuchar, amar, vivir y gozar cada momento, sí esa también eres Tú. La compañera incansable que suena, canta sola y danza como Tú solamente sabes hacerlo. “Es imposible callarte” como dijo en el poema que le compuso Federico García Lorca a la Guitarra. Sí, es imposible callarla. Lo confirmo, así eres Tú cuando conectas el espíritu, la vida y el mundo.
Mi loquilla y valiente Lulú es de mente abierta, muy simpática, inteligente, estudiosa, se adapta con sus diferentes formas y versiones a los diversos lugares del mundo, en donde hemos vivido juntas. Lo hace ahora de manera rápida, aunque no ha sido siempre así. Al principio lloraba cantando, sus lágrimas me conmovían. Parecían agua viva y dulce de ríos de mar. Lloraba quizás porque le costaba trabajo estar lejos de sus raíces, de su tierra natal.
La mágica Lulú, es optimista y de madera valiente. De los diferentes lugares en donde hemos vivido juntas ha ido incorporando en su vida y en su personalidad las melodías que más le atraen, las que más influyen en su desarrollo y en su crecimiento. Las que le ayudan también a bailar, a pintar, a escribir, a reírse, a olvidar y a recordar. Por supuesto también las que le facilitan crear sentido de vida constructivo, viajar por el mundo, así sea mentalmente…
Si, ha ido entrañando en su espíritu y en su corazón lo más valioso de cada experiencia. Lo mejor de todos aquellos momentos y situaciones que le aportan grandes vivencias y fabulosos recuerdos. Lo que la hace feliz.
Ella, es ligera, tiene una sonrisa permanente, buena energía y un positivismo increíble, me divierte con sus melodías de perfumes y de sabor a dulce de guayaba con cuajada y de cascaritas de naranja; esas delicias que evocan la casa donde nací. A través de sus cantos recorre conmigo lagos, mares, cielos de un azul intenso y nubes brillantes que se quedan en mis memorias días eternos y me trasportan a la tierrita y a muchos otros lugares.
Es entusiasta, está dispuesta a vivir muchas aventuras siempre. Le encanta estar cerca del mar y la naturaleza y ver el cielo azul o gris pero el cielo. Le apasiona sentir el canto de los pájaros, canta con ellos y los acompaña en sus melodías con acordes alegres, me trasporta allí y me hace experimentar lo mismo; esa libertad con la que ellos vuelan con su movimiento armónico y a veces sincronizado.
Me recuerda a mi madre, mi ángel y me hace sentir cerca de ella y de su guitarra. Me recuerda a mi hermana, mi viejo y me hace sentir cerca de casa y de mi familia.
Ella, mi feliz Lulú, mi risueña Lulu, con sus diferentes formas, la guitarra clásica, española, colombiana, siempre está dispuesta a alegrar un día, un instante, una jornada de canto. Sola o acompañada, ella es maravillosa: resplandece de arte, de música folclórica y música Pop, y canta sola con sus palabras juguetonas y espontáneas. Tiene poderes sobrenaturales, mucho conjuro alegre y magia que la hacen especial. Volamos muy lejos ella y yo.
Siempre ha sido parte de mi vida desde que era niña, recuerdo que la primera versión de Lulú la tuve durante mi infancia. Vivía con mi familia en Bogotá y fue un regalo de mi padre. Si, a mi hermana y a mí, a cada una de nosotras nos regaló una. Cada una tenía una guitarra propia. La compró en Chiquinquirá, en un almacén de la bella plaza central del lindo pueblecito Boyacense. Donde hacen unas de las mejores Guitarras colombianas. La Lulú chiquinquireña era pequeña, crema clara, con un poco de café muy marrón en el centro de su cuerpo agraciado.
Después llegó la multiforme Lulú clásica más grande y profesional. Trabajaba mucho. Como la primera fue un regalo de mi viejo, chiquinquereña también ella, pero un poco más oscura, un poco más crema amarillenta dorada, con un poco de zinc y marrón intenso que parecía un árbol fresco recién cortado. De aquellos que se pueden tallar y esculpir de manera sostenible.
Ella fue mi preferida, aunque es cierto que en cada lugar del mundo donde he vivido he tenido una Lulú diferente multiforme. Algunas veces ella es prestada, propia y otras veces comprada en tiendas musicales. Todas son una sola y una misma Lulú. De personalidad propia, mágica y magnífica, una viva Lulú. Pero una misma en esencia y significado. La Lulú que siempre me recuerda mi casa, a mi madre, la cual me enseñó los primeros acordes y canciones, y con quien fui feliz y soy feliz cantando.
Todas me hacen pensar en una sola: la colombiana, Lulú chiquinquireña. Ella y todas al fin y al cabo son testigos de vida y vivencias, compañera perfecta. Ahora y con el paso de los años, después de conocerla tanto, pienso que Lulú comparte mis mismos gustos. Se parece a mí y yo me parezco a ella. Coincidimos en que el lugar en donde más nos agrada compartir nuestros momentos y sumergirnos en nuestras canciones es muy cerca del océano y del mar. Un mar real o imaginario, producto de nuestra locura y de nuestro delirio. Volamos y los cantos nos sujetan a la naturaleza viva y fresca. Volamos hacia un lago cristalino y de aguas tibias, real o imaginario ya no lo sé.
En la época de la pandemia fuerte, en el confinamiento, fue una excelente compañía, vimos tantos atardeceres naranjas y rojos verdaderos o ficticios, quizás, todavía me lo pregunto. Ella, mi Lulú, me alejaba de esos instantes en que mucha gente perdió la razón y la cordura y enloquecieron. Mi Lulú mágica, mi amiga, la alegre y fiel Lulú. Esa eres tú, la que me haces volar y trasportarme, ser libre y sonreír. Mil gracias a ti, a mis seres amados, a la vida y al cielo; por tanto, tanto, tanto.
La guitarra aventurera, multiforme, la mágica Lulú: es un escrito con el que se hace un homenaje a través de una composición de palabras y una pintura, a una guitarra compañera de vida. Una guitarra que evoca recuerdos de casa, de familia, de olor a tierra natal.

Lucely Vargas: es una escritora en proceso de formación, que está descubriendo una pasión en la escritura literaria, la cual la conecta con su yo interior y con el mundo.
Agradecimientos para Angélica Gonzalez por dictar este taller de escritura y a Constanza Vargas por ayudarme con la edición del documento.
PD. Estos escritos son una muestra de ejercicios realizados en el taller de escritura: narrativas autorreflexivas para acompañar la vida. Noviembre- 2022. Educación Continua. Pontificia Universidad Javeriana.