Ximena La Rotta (autora invitada)
Hijos de familias muy tradicionales, madres sumisas y padres machistas.
Dolores de los amores de la adultez temprana y toma decisiones para huir de la presión.
Momentos oscuros de tristeza, traición y muerte. Momentos de esperanza e ilusión aún con dificultades , a pesar de la distancia; la dichosa necesidad de salir de la desesperación y de crear un espacio propio, necesidad de huir del dominio. La urgencia de sanar la herida por las decisiones tomadas, porque no era el momento, porque era el único camino. La decisión y la determinación permitieron sanar.
Nunca se pudo huir, finalmente siempre unidos, siempre bajo dominio… no digo que sea malo, ha sido amoroso, ha sido generoso, ha sido hermoso tener unos padres amorosos, pero siempre un dominio tácito. Los lazos han sido gratos, han sido soporte, ha sido divertido. Lo que en algún momento fue, se ha ido transformando y eso entristece, porque lo que fue ya no es igual y es normal, todos cambiamos.
Hay luchas de poder de los macho alfa y sensaciones de inferioridad en los hombres de la casa. Hay tambien violencia pasivo agresiva en las mujeres sumisas. Yo me esfuerzo por ser yo y no ser como mi madre (aunque ella es única y especial), ni como nadie más; conservar mi individualidad, no depender de un hombre, ser autosuficiente.¡Qué miedo el que siento a la sumisión y a la dependencia! Qué fácil me resigno, que poco exijo al otro, mucho es lo que me exijo a mi misma. Me quejo, no exijo, vivo en peleas silenciosas.
Y ahora … la familia motor de la vida.
Me miro en el espejo y veo ya los años en mis ojos y el gris de mi cabeza, ya sé que he vivido más de lo que me queda por vivir. Cada día que pasa es un día que ya no volverá y no quiero desperdiciar mi día, no quiero entregar mi tiempo. Siento tristeza porque no veo caminos, veo que mis días mueren uno tras otro, así como veo que mi alma muere, pierde el brillo y se esfuma la ilusión. Abrazo el la vida minimalista y abandono de lo externo para volver a lo básico.

Los miedos asechan, miro y veo vida y muchas aventuras aún por vivir. Me pongo mi máscara de médica o de madre, pocos amigos, pues no quiero más máscaras. Detrás de una de mis máscaras mi alma llora, la rutina me domina, la inercia me posee. La máscara que más amo es la de madre. No puedo sentir más felicidad ni más amor que cuando luzco esa máscara. Amo la máscara de la ternura, sintoniza con mi alma, se conecta con mi corazón, pero solo me acompaña en la intimidad de mi círculo cercano, porque me siento vulnerable.
Me reprocho la falta de valentía, solo he sido juiciosa y muy responsable, muy dedicada … y me pregunto: ¿hay recompensa en esto?, veo que no es suficiente, porque así somos los seres humanos , insatisfechos. Me molesto porque no sé qué más debería hacer, qué más debería intentar ni cómo debería actuar, cómo ser más estratégica, menos resignada. Trato de definir el éxito en mis propios términos y evito las comparaciones odiosas, intento no mirar a mi alrededor y solo vivir mi vida, pero me cuestiono. Los contrastes me golpean. Sé que todo está mi mente y sus interpretaciones, es solo una imagen, solo una interpretación de la realidad.
Somos producto de nuestras renuncias , somos juguetes de nuestra oscuridad. Somos producto de lo que ocultamos y lo que aparentamos, de lo que tuvimos que superar y abandonar o de lo que decidimos abrigar. Somos el producto final de los esfuerzos, de los miedos y las inseguridades. Pero el correr de los días y los momentos sincrónicos son tambien determinantes de nuestro hoy. Los arrepentimientos sirven para no repetir las historias, no para lamentarse.
Los momentos se van, no se repiten, son únicos, llenan el alma cuando estan llenos de amor y de presencia. Son disparos directos de dopamina. Los temperamentos y las angustias opacan la cotidianidad dando un toque sombrío al dia a día que solo se logra iluminar cuando el diálogo sincero y amoroso enciende una luz, renueva y expresa que aún hay motivos, que aún hay ganas, que aún hay esperanza, que aún hay voluntad, y sobre todo amor. Ese amor maduro e incondicional lleno de altibajos, pero con propósitos más altos que la simple satisfacción individual; el amor que va más allá, lejos de la pasión, más cerca de la razón y de la serenidad, y que algunas veces requiere unas palabras para volver a aflorar ante la turbulencia de la vida.
Las decisiones, las renuncias, los sí y los no , dificil escoger, dificil decidir en este infinito mundo de opciones ¡qué confusión! Vivir el ahora y planear el futuro,- también que confusión-. Ni siquiera sé si estaré viva en el futuro, no sé si tengo futuro, no sé como estaré ni donde estaré, ¿será que todo depende de mis decisiones de hoy o es solo la ilusión de control? Hay momentos de inflexión, pero especialmente en la juventud,fueron momentos para definir la carrera o al decidir con quien casarse o la decisión de emigrar. También hay momentos en los que se debe aceptar que no te eligen a ti, que no eres prioridad, y así seguir el camino con la cabeza en alto, cuando la decisión no depende para nada de ti, sino del otro y de las renuncias de los otros.
Entonces, tanta planeación me cansa, me agota pensar en lo que quiero para el futuro con la ilusa pretensión de que domino mi vida, cuando en realidad la vida me domina a mi, me pone acá y no me deja mover. Me obliga a volver al hoy. No me muevo porque opto por no moverme y asumo esas consecuencias. Si me muevo tendré que asumir otras consecuencias que posiblemente no quiera asumir.
No sé si en realidad uno es dueño de su futuro, creo que uno solo es dueño de su momento. Se es dueño de los sueños, que por cierto, se han convertido en una obsesión de la humanidad, como otro objeto más que poseer; sueños que pueden convertirse en pesadillas sí la decisión o la renuncia no eran el camino, o sí dejamos que mande el corazón y olvidamos la razón. Pero lo que nunca sabremos es cuál era el camino y que hubiera pasado si nuestra elección hubiera sido otra. Podríamos haber sido más felices o más infelices, podríamos estar acá o allá. Podríamos estar mal o podríamos estar bien. Y no hay manera de saberlo. Igual estaríamos inconformes , eso es casi seguro…porque así somos. Aunque pretendamos sentirnos tan poderosos y tan dueños de nuestras vidas, hay mucho que inevitablemente esta lejos de nuestro control.
Y los placeres…La magia del encuentro con los placeres momentaneos de los viajes o con otras sensaciones intensas que nos hacen dependientes, me introducen en un diálogo de confusión. Viajar, tener, lucir, aparentar, acumular; pues ese es el mundo que nos rodea. Me ha generado confusión ese proceder, me ha generado angustia y me impulsa profundamente a huir y a volver a mi, a renunciar y tratar de encontrar en la cotidianidad y no en la excepcionalidad la felicidad que trae la paz interior. Pero los viajes tienen encanto, es inevitable añorar ese placer momentaneo, la lucha es aceptar que hay momentos oportunos para cada uno, pero habrá momentos no oportunos, entonces no podemos convertirlos en una obsesión ni en una prioridad obsesiva. No, no podemos permitir autotraicionarnos, en esos deseos insaciables casi adictivos, pero definitivamente efímeros.
Y mi lado oculto ahí está. ¿Quién sería si desplegara que lo deseo ?, ¿qué me reprocharía si me dejara doblegar por mis pasiones ? No lo sé… tal vez el tiempo me lo aclare y lo pueda poner en palabras y actos dentro de un personaje que autorreflexione sobre su humanidad… ahora no es el momento.
Soy Ximena La Rotta, intensamente humana y deseo doblegar mi lado animal, ambiciono la sabiduría y la razón. Esa es la simple vida de un mortal como yo.
PD. Estos escritos son una muestra de ejercicios realizados en el taller de escritura: narrativas autorreflexivas para acompañar la vida. Noviembre- Año 2022. Educación Continua. Pontificia Universidad Javeriana.
Dentro de los pensamientos cotidianos y autoreflexivos. Me identifico mucho con tus diálogos internos y el conflicto de dejarme ser. El texto mantiene un lenguaje sencillo en el que uno como lector se deja ir en la corriente de esos pensamientos.
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