Confesiones

Diana Murieli (autora invitada)

Mi madre con un semblante tranquilo, nostálgico y con cierto humor, mientras tomaba una bocanada de aire y sus ojos se clavaban en la distancia me dijo: “si pudiera volver a nacer, si pudiera volver a elegir, elegiría no ser madre”. 

Yo me quede frente a ella, sus palabras dentro de mí y su certeza, me dio la claridad de que no hubo tiempo de elegir, tal vez ni siquiera el espacio para pasar por la mente y el corazón ese deseo, de conectar con el. 

Resoné con la última confesión de mi madre, ahora en estos años que lo puedo entender; antes lo había sentido en mis adentros, pero alimentada por ideas estoicas, heroicas y románticas me lo había negado. 

Negaba verme como una cruz, como un eterno sacrificio, negaba entender el porqué, y al doblar la esquina, colgar el teléfono, cerrar la puerta o salir de viaje, siempre huía de ese sentimiento que no encontraba cómo nombrar. 

Y no es que no se ame, su confesión no pone en duda el amor por la vida, lo que devela es un secreto a voces de muchas mujeres, de esas y estas épocas, de las posibilidades o no que tenemos de sabernos y sentirnos mujer. 

Tantas aclaraciones que se pueden hacer al respecto, tantos diarios que pudieran escribirse, tantos secretos hundidos en ese linaje femenino.

En las profundidades del alma navegamos vendadas, con actos heroicos e históricos, con actos de verdad, de silencios, de cuidados, de deseos que se nos encienden como faros en puertos olvidados, difícilmente recordados, tardíamente hallados, causalmente extraviados.  

Ahí frente al timón de mi barca, cargando mis miedos y descubriendo el incesante, doloroso y sanador momento me preguntó si deseo elegir, si el eco de ese deseo llega a tomar tono, si me hábito y pudiera esa vida, que aún no es vida, habitarme también. 

Algo se me enciende, es una chispita, como un mordisco en el estómago, como unas ganas de decirme ¡sí! Aunque sé que, en algunos años, pudiera yo misma repetir la confesión de mi madre. También, con un dolor que nace del miedo, quizás no pueda decirlo, quizás no haya una vida más que me habite.

En este momento cierro los ojos y se lo pido al universo, no se si con fe, preocupación o con deseo, todo ello junto, toda la complejidad de la vida resonando, como los acalorados rumbos de mis pasos por esta tierra, por los paisajes que me han mostrado la fragilidad de la vida, por las historias sobre los eternos sacrificios, desvelos, duelos, preocupaciones; por esas otras formas de maternar, de estar, de habitar, de conectar, de expandirnos, de gozar la vida y al final…de sentir este viaje del ser, humana- mujer.

Diana: los silencios que nos habitan, los miedos contenidos y no declarados, la idealización y con ella la decisión, ¿de donde nace el deseo de ser madre?, esta es la confesión de mi madre y la mía.

PD. Estos escritos son una muestra de ejercicios realizados en el taller de escritura: narrativas autorreflexivas para acompañar la vida. Año 2022. Educación Continua. Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. 

3 respuestas a «Confesiones»

  1. Diana. ¡ Me ha conmovido muchísimo tu relato ! Desgarrador sí, pero lleno lleno de esperanza, de amor, de voluntad. Muy bello, muchísimas gracias por compartir. Te abrazo con cariño. Ana Laura.

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